🔆Primero, debieron haberme llamado Andrea, pues Andrés decidió visitarme al comenzar el día.
🔆Había planificado visitar los museos del #Vaticano, y como quien no quiere la cosa, mencioné a la guía que era mi cumple. Funcionó. Me cantaron «tanti auguri» en pleno Museo.
🔆Quedé impactada por ‘El Juicio Final’, en la #CapillaSixtina. Y qué tan impactada habré quedado que me equivoqué de salida y terminé subiendo escaleras por 45 minutos. Llegué a una especie de mirador con la lengua de corbata. Para añadirle sabor a la aventura, comencé a quebrar alita.
🔆Volví al #Panteón para almorzar y aproveché el wifi para responder algunos mensajes cumpleañeros. Me quedé sin batería.
🔆Barriga llena, corazón contento; pero mente despistada. Me perdí por buscar una plaza. Sin embargo, terminé en una zona de colosales emplos antiguos y, no sé cómo, dí con la plaza que tanto quería conocer.
Pausa en el relato. En este punto es importante destacar que mis piernas están reventadas por el cansancio y tengo ampollas en cada dedo del pie.
🔆Llegué al aeropuerto sin mayores novedades, excepto que el vuelo estaba con retraso debido a las condiciones climáticas en Madrid, donde estuvo nevando en mi ausencia. No hubiera sido tan dramático de no ser que yo seguía sin batería.
¿Qué aprendí tras al fin volver a la calma?
Que los cumpleaños son una especie de Navidad personalizada: un pretexto para compartir cariño y buenos deseos sin sentirnos ñoños o fuera de contexto.
Afición Periodística 