Las pasiones, como los gustos, no tienen explicación racional. Te gusta tal músico, tal libro, aquel color o el vecino del edificio de al lado. No sabés por qué. Tampoco necesitás saberlo.
Pero yo tengo claro por qué amo al Cuarteto. El Cuarteto de Nos es pensar y expresar; es reírse de uno mismo para salvarse de la pena; es ir cual Demócrito por el mundo, bordeando el ying y el yang con ironía.
Es más, recuerdo aquel verano de 2006 cuando los escuché por primera vez. Fue amor a primera escucha.‘Ya no sé que hacer conmigo’ llegó en una época en la que deseaba profundamente dejar de ser yo, escapar de mí. Y aunque ahora esa canción no es de mis favoritas, en su momento fue casi un himno.
Mientras más conocía su música, más identificada me sentía. Era como si Roberto, Álvaro, Gustavo y los Santiagos (sip, el Cuarteto son cinco) sacaran de mi cabeza aquellas emociones que podían haberme tirado para abajo, pero que gracias a su astucia musical, me trasladaban a una dimensión superior. Muy probablemente, el Cuarteto me enseñó a reír de mí misma.
Por supuesto, algunos discos los disfruto más que otros; incluso, alguna que otra canción no me agrada. Pero al grupo como idea, como concepto general, como fórmula artística, lo amo. Tanto así, que cual fan entregada a la causa, les escribí. Y me respondieron. Y fue hermoso. Sonreí.
El Cuarteto estuvo en Madrid el 12 de junio. Fiel a mi estilo, no compré la entrada en pre-venta, y llegué directo a la ‘Sala Mon Live’. Sólo quedaban diez y no se podía pagar con tarjeta. Afortunadamente —y tras un pequeño episodio con el cajero, que me cobró una comisión millonaria— logré conseguir un lugar. Aunque, sigo sospechando del papelito dudoso que me entregó la rubia de la boletería, y el destino final que tuvieron mis 23€.
Qué más da. Logré ingresar y lo dí todo.
Afición Periodística 